domingo, 22 de junio de 2014

Temporada nupcial

Llega un momento en la vida en el que se te juntan cinco bodas por temporada nupcial. Cinco alegrías; cinco despedidas de soltera, cinco opotunidades de lucir vestidazo, morenazo (propio o agarrado de tu brazo) y taconazo; bailar en plan golfa sin que nadie te tache de lo mismo o bailar en plan verbena de pueblo sin que nadie te tache de verbenera del idem. En fin, ir a cinco bodas el mismo año es un plan estupendo siempre que todas ellas hayan tenido lugar antes de que un pequeño ser humano se inserte en tu vida.
Que está muy bien, que nadie se asuste que todo esto de emparejarse y multiplicarse está estupendamente en general. Que igual hay algún momento, una vez cada tres años pongamos, en el que fantaseas con la idea de un sofá limpio o un hacer lo que realmente te dé la gana un puñetero día pero digo que así, groso modo, es un no parar de besos y abrazos y te quieros y eres la mejor todo el día. Vaya, lo que se conoce como felicidad absoluta o dicha celestial.
A lo que me refiero es al tema bodas. Solo. Digo que cuando eres una matriarca en toda regla, eso de ser invitada a cinco bodas deja de ser todo lo que era para pasar a requerir un complicado plan de ajustes y recortes similar al que tuvo que hacer el padre de Siete novias para siete hermanos cuando se levantó un día y se encontró con el pastel. Porque...
-No te sirven los vestidos premamá, los de antes del primer embarazo, cuando un mes de ensaladas daba resultado y  no había nadie dejando trocitos de pan con nocilla a tu alcance. 
-No te sirven los zapatos premamá, los de diez centímetros de tacón. Y me refiero a que te sirvan toda la noche. Repito: toda la noche sin echar mano de las alpargatas envueltas en la bolsa del carrefour que guardas bajo el asiento del coche.
-Olvídate de ir a las cinco despedidas. Si acaso vas a una y cerquita de casa por si ocurre algo importante y que su padre no pueda resolver como... como... bueno, algo importante en plan invasión alienígena, el fin del mundo o que una de las niñas tenga fiebre.
-Olvídate de lucir morenazo a menos que ir a la playa o piscina no signifique para ti, estar toda la jornada "toma la crema/ponte los manguitos/no te metas ahí/ deja de comerte la tierra-el cesped/ no cojas esa colilla/ al agua tú solo ni se te ocurra/ ven aquí que no veo a tu hermano/ ven aquí o nos subimos/ que nos subimos/ se acabó, nos subimos/fin de la jornada playera o piscinera. Enhorabuena si puedes llevar morenazo agarrado del brazo.
-Olvidate de comer tres veces al día. Si tienes que hacer cinco regalos, te recomiendo las sopas de sobre, ricas y nutritivas... ummmmmm.
-También puedes ahorrar maquillándote tú misma; peinándote tú misma; haciéndote tú misma el tocado; fabricándote tú misma un vestido mínimal vintage chic nature friendly con un par de hojas de parra de buen tamaño o reciclando uno de tu abuela. 

Pero no todo van a ser recortes y ajustes. Tener cinco bodas es tener cinco oportunidades para beber como una auténtica cosaca rusa que acaba de terminar una lactancia prolongada de cinco años. Tampoco hay límite para degustar todo tipo de manjares aunque la cosaca que vive en ti domine claramente la situación y te haga perseguir al camarero de las cervezas.

 Hay otra ventaja y es que a fuerza de tanta sopa ingerida, tu vejiga ha ensanchado y ahora aguantas horas sin tener que hacer pis.

Y llegó el momento del baile. Aquí hay pocas diferencias porque la copita de champán se te ha subido a la cabeza malamente y ya no conoces decoro ni saber estar ninguno y lo único que quieres es bailar como bailabas antes... libre, divertida, sin vergüenza ni dolor de pies. Bailar contigo esa canción que te hacía sentir la más sensual del mundo. Bailar sin más.

Pero los momentos en la vida, igual que llegan, se van. Y ahora las temporadas de bodas no lo son tanto, alguna amiga que decidió esperar y que al final acabó vistiéndose de blanco, o de marfil, o de rosa chicle. O una hermana. Aunque estas, las de la hermana, se esperen con tanta o más ilusión que la tuya, porque ella, la última hermana en casarse, merece toda la felicidad del mundo, la boda más preciosa del mundo y el amor más grande del mundo. 

Y cuando pasan las bodas, los banquetes, las celebraciones en la playa o en el juzgado,  toca afianzar, construir, superar... Y no olvidar que decir: — "Ha sido un fin de semana inovidable, cariño"— ,puede ser vital para la chispa del matrimonio.
Pero de eso hablaremos otro día.