¡Albricias! Wassap colapsado; Facebook a punto de cerrar por una pandilla de mujeres poseídas por una felicidad suprema que no paran de mandar mensajes a diestro y siniestro; teléfonos fijos que vuelven a la vida... hasta Line ha hecho su agosto con la noticia. Y es que... Claudia ha sido mamá.
Por si no la recordáis, Claudia es mi amiga de la Universidad. A modo de resumen, diré que mi amiga también conocida como Candy-Candy, se enamoró de un italiano, se casó con él, soñó que le era infiel, se quedó embarazada y hoy finalmente, se ha convertido en mamá, en una mamma de pies a cabeza, en otra persona.
Claudia no empezó a leer con el Micho, lo hizo con el Vogue de su madre. Claudia es la única persona que conozco, que realmente tiene un fondo de armario (me refiero a uno de verdad, con su litte black dress, su americana de Valentino, sus Manolos, su Louis Vuitton verdadero, esas cosillas ahora conocidas como must de la vida de una mujer). Yo tengo otro fondo de armario compuesto principalmente por un pijama de franela calentito, eso sí, con su puntilla en mangas y cuello en plan glamourosa; unos vaqueros premamá que me he estado poniendo durante tres años por esta manía mía de enlazar embarazos y no desprenderme de mi barriga tras el parto; un bolso de Carolona Herreruela y la joya de la corona, mi buque insignia: mi faja postparto.
Como digo, Claudia ha sido, es y será una fashion victim totally of the life. Bueno, eso pensaba yo... Durante el embarazo ha lucido cincuenta y dos vestidos distintos de entre los que no sabría decidirme por el más dulce, elegante, maravilloso o perfecto vestido premamá. Con sus lazos, su corte al pecho, sus rayas marineras. Estaba tan estupenda que la ficharon para hacer el catálogo de ropa premamá del C&A, del Corte Inglés y del Prenatal edición alemana, creo yo que por sus facciones de niña con ascendientes teutones.
El caso es que no sabría decir por qué pero... de un tiempo a esta parte, algo ha ido cambiando sutilmente en Claudia. Ella, que al primer estornudo salía pitando a urgencias ante el temor de una gripe aviar, ha barajado la posibilidad de parir en casa a su vástago italiespañolini. Ella, que no conocía ni el Parque del Retiro habiendo vivido cinco años en Madrid, que no pisa la arena de la playa de no ser sobre unas sandalias monísimas de la muerte que aislen a sus delicados pies de la perversa arena playera, que no venía a una barbacoa familiar a menos que le perjurásemos que habría tumbonas y parasoles para su exclusivo cuerpecito... ella... ahora se tumba en el primer cesped que ve a escuchar consejos de mamás y a jugar con bebés ajenos.
Claudia ha cambiado... a mejor. Ha abierto su mente a nuevas experiencias, ha empezado a entender que quizá lo establecido no es siempre lo correcto, ha decidido que, a partir de ahora, prestará atención a su cuerpo, al de Mario... al del bebé.Y es que Claudia ha sido mamá. Ella, su mundo, sus prioridades, todo ha cambiado.
Claudia, la que se recorrió media España en busca de la funda perfecta para su Bugaboo, no quiere soltar a su heredero ni para ir al baño. Así que una, buena amiga donde las haya, le ha hecho el regalo de su vida: un mei tai artesano.
Hasta encontrar esta maravilla, he tenido que pasarme tres noches en vela estudiando sobre mochilas ergonómicas, meis, foulares, bandoleras, colgonas sí/ colgonas no, porteo, postureos y un largo etcétera. Pero ha merecido la pena, lo he encontrado, el mei perfecto: hecho a mano con un piqué maravilloso de bodoques bordados en tonos beig a cámel. Una joya.
Porque a mí no me engaña, en el fondo sigue siendo la misma Claudia a la que le gusta presumir de fondo de armario, de prendas únicas y exclusivas, de lazos y puntillas.
Para las interesadas en un mei con todas estas características (artesano, exclusivo, perfecto... lo del piqué es opcional), podéis hablar con mi Solomilla y ponerla a coser, que últimamente está muy desoficiada ;)
SUERTE ARTISTA, ¡LO VAS A BORDAR!